LAS 3 CARAS DE LA CORONACIÓN

Me voy a centrar en tres grandes protagonistas de la coronación del rey Carlos III y la reina Camila, que no pueden ser otros que ellos mismos y, además, su hijo el príncipe Enrique.

¿Y el príncipe Guillermo? Pues, aunque como es lógico su papel también ha sido importante como sucesor al trono, desde mi especialidad, la comunicación no verbal, no me ha resultado relevante. Espero que no se lo tome a mal 🙂

Nos encontramos con un acto totalmente protocolizado, cada paso estaba medido y no se dejaba nada para la improvisación. Pero… se puede controlar lo que se dice, se puede controlar lo que se hace, pero resulta incontrolable lo que se siente. Y en eso nos vamos a centrar hoy.

Vayamos a ellos:

EL REY CARLOS

MAL EMPEZAMOS: Para él, la ceremonia terminó mejor que comenzó. Y alguien estará pensando… “toma claro, salió con una corona que antes no llevaba puesta”. Eso también.

Pero como nosotros vamos a poner la lupa en lo que la comunicación de los protagonistas transmitía, en el caso del rey Carlos comenzó con aparente enfado que se advertía cuando aún no había salido de la carroza y esperaba en la puerta de la abadía de Westminster. Hacía claros movimientos de negación con su cabeza como si algo que estuviera sucediendo le desagradara unido a miradas descendentes.

Hemos sabido después que se podría deber a que la carroza llegó demasiado pronto y los invitados continuaban entrando, entre ellos su hijo Enrique con quien, de salir nada más llegar la carroza, podrían haber coincidido en la puerta. Ayyyyyy lo que me he perdido para analizar.

ESTRÉS AUTOCONTROLADO: Desde que entró por la puerta de la abadía pude observar que hacía gestos apaciguadores con sus manos sobre ellas mismas o su atuendo. Su cerebro trataba de calmarse a través del tacto.

EL FRENO A SUS EMOCIONES: En esta ocasión nos vamos a fijar en sus labios y cómo, en diferentes ocasiones, los absorbe o aprieta.

También advertí que, de vez en cuando, permanecía con sus ojos cerrados o era patente su necesidad de coger aire con fuerza. Este momento tan esperado y único requería de toda su fuerza y concentración.

CUANDO MILLONES DE ESPECTADORES CONTUVIMOS LA RESPIRACIÓN: Es solo una broma este título. Me refiero a que le dieron una pluma para firmar y ya sabemos que, en ocasiones, le han hecho perder los nervios. ¿Te le imaginas en este acto firmando con un Bic? Eso sí que sería un toque de acercamiento al pueblo 🙂

LA REINA CAMILA

SIEMPRE HAY IMPREVISTOS: Pues como en el caso de su marido, comenzó peor que como terminó. Como muestra de ello, los problemas que tuvo con su vestido y que sus acompañantes le ayudaron a solucionar.

MÁS NATURAL Y SONRIENTE: Vi a Camila más relajada que a su marido, incluso tuvo varias sutiles sonrisas dedicadas a quienes le acompañaban.

ATENTA A CADA DETALLE: Mientras que el rey Carlos se dejaba hacer, ella no. Camila demostró su iniciativa en un momento tan importante como el de su propia coronación. Al colocarle la corona de reina, se preocupó de que quedara bien y ningún cabello estuviera descolocado.

MÍNIMAS MIRADAS AL REY: En mi twitter (@JLMartinOvejero) llegué a poner lo siguiente: “Venga, Camila, mira un poquito a tu chico…”. Puede que viniera justificado por cuestiones de protocolo, lo desconozco, lo cierto es que a Carlos III casi ni dirigía la mirada hacia donde él se encontraba.

EL PRÍNCIPE ENRIQUE

LA VIVA IMAGEN DE LA SOLEDAD: Destaco 4 aspectos de la misma.

  • Sin su mujer Meghan Markle. Ya sabemos que sus relaciones con “La Institución” como ella denomina a la Familia Real Británica, son muy complicadas.
  • Muy solo en todo momento. Lo de sacar su libro justo antes de la coronación, donde no deja en muy buen lugar a su familia no ayuda a unir lazos rotos.
  • Sentado en la tercera fila en la abadía. Su hermano estaba en la primera. Y lo de que la pluma del sombrero de la hermana del rey Carlos le tapara la cara en algunas imágenes es de nota.
  • Su ausencia en el saludo desde el balcón de Buckingham de los nuevos reyes junto a sus familiares o personas de mayor confianza.

EN CONCLUSIÓN

Como hemos comprobado, incluso en uno de los actos más formales y medidos que se puedan hacer en el mundo, la comunicación no verbal siempre tiene algo que decir.

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