Las primeras palabras de Jair Bolsonaro tras los resultados electorales en Brasil se han hecho esperar y su demora ha sido inversamente proporcional a la duración de su discurso: 2 minutos a los 2 días.
Los titulares que me iban llegando de los medios de comunicación se han centrado en que no ha reconocido su derrota ante Lula da Silva. Pero… ¿y su comunicación no verbal, la reconocía?
Me he puesto a analizar esta breve comparecencia y el resultado me parece bastante claro. Vamos a ello:
SONRISA EN SU PRIMERA APARICIÓN: Demasiado estática y prolongada para resultar natural y de felicidad; además, no se ha repetido en ningún otro momento. Parece que antes de salir hubiera querido lanzar un mensaje no verbal de confianza y seguridad, pero tras los primeros pasos en público, le ha golpeado la realidad.

LOS ACOMPAÑANTES COMO REFLEJO DEL PROTAGONISTA: Dicen tanto siempre los rostros de quienes acompañan al que toma la palabra…
Ha querido salir rodeado de personas cercanas para no sentirse ni dar una imagen de soledad, pero sus caras hablan de derrota por sí solas. Además, observemos como todos los que están en primera línea, sin excepción, mantienen la misma postura de manos cogidas por delante del cuerpo, una posición corporal que transmite indefensión e inseguridad; no es la coherente con quien se siente victorioso.

EL DISCURSO: Bolsonaro se ha mostrado tan enfadado como estresado. La activación muscular de su rostro y la necesidad de tragar saliva de manera ostensible, transmiten su profundo desagrado y tensión durante la lectura de discurso.

SU ÚLTIMA MIRADA: Cuando abandonaba el lugar de su comparecencia, no ha podido evitar lanzar una muy seria mirada hacia las personas que habían escuchado sus palabras, muchas de ellas pertenecientes a medios de comunicación.

LA SOLEDAD DEL PERDEDOR: Observemos cómo desaparece de escena en primer lugar y solo, muy solo, el resto de las personas que le siguen lo hacen tras él o distanciados; se marcha sin hablar ni acompañarse de nadie. Parece querer únicamente la compañía de sus propias y calladas emociones.

EN CONCLUSIÓN
¿Qué no ha admitido su derrota? Yo creo que sí lo ha hecho y en voz alta, pero sin necesidad de palabras.