Otegi, en nombre de la izquierda independentista vasca, lee una declaración en la que, en su tercer punto, hace una referencia expresa a las víctimas de la banda terrorista ETA.
Veamos el momento:
Las palabras tienen un gran valor, pero las emociones que las acompañan también, incluso yo considero que mayor dado que va a reforzar a las primeras o las van a dejar en una mera “declaración”.
En el presente caso, considero importante el recuerdo a las víctimas de ETA y que expresamente diga:
- Se necesita el reconocimiento y reparación de todas, absolutamente todas las víctimas.
- “Queremos trasladarles nuestro pesar y dolor por el sufrimiento padecido”
- “Sentimos su dolor”
- “El mismo nunca debió haberse producido y que a nadie debe satisfacer que todo aquello sucediera”
- ¨Nada de lo que digamos puede deshacer el daño causado”
- “Sentimos enormemente su sufrimiento”
- “Y nos comprometemos a tratar de mitigarlo en la medida de nuestras posibilidades”
Las palabras son claras e incluso reiteran las alusiones al dolor, al daño y al sufrimiento.
Por ese lado bien.
Pero… ¿qué ha faltado a nivel de comunicación no verbal?
- Habría resultado más convincente e importante si, tras los representantes de Bildu y Sortu, en esta declaración conjunta, aparecieran en la imagen todos sus máximos representantes, incluidos los representantes en las instituciones públicas nacionales y autonómicas más importantes.
- Si Otegi, además de palabras, hubiera expresado emociones. En este caso, la más coherente habría sido la tristeza. Así como algún comportamiento propio de culpa o arrepentimiento. Yo no he advertido nada.
Si bien es cierto que leer un comunicado enfría mucho una declaración, al final, lo que trasciende es que escuchamos palabras que hacen referencia al dolor, incluso propio, pero el mismo no aparece, lo que resta eficacia a la propia declaración.
Parece una aparición pública muy razonada, muy calculada, incluso vemos que se encuentra numerada, pero poco sentida.