Carmen Montón, hasta hace unos minutos Ministra de Sanidad, ha dimitido como consecuencia de las acusaciones de irregularidades en un máster que ha cursado en la Universidad Rey Juan Carlos.
A nivel no verbal, su comparecencia tiene 5 puntos que quiero destacar:
1. Impaciencia por pasar este trance cuanto antes. Desea que los fotógrafos acaben cuanto antes su trabajo, está deseando soltar su discurso y marcharse. Advertimos sonrisas forzadas, como es lógico ante la situación.
2. Autocontrol. Su comparecencia ha estado marcada por el control de sus emociones y sus palabras. El relato no le salía fluido, al contrario, iba a golpes de voz por frases, y ha tenido varios momentos de apretar labios con intensidad para reprimir lo que llevaba dentro.
3. Sin ira. Una emoción consecuente con alguien acusado injustamente es la ira, en su primera comparecencia la tuvo más visible que hoy. Cabe la posibilidad de que haya tomado alguna medicación para pasar este mal trago más tranquila. Me ha extrañado no verla enfadada, un poco aunque sea, pues su dimisión ha sido precipitada, dado que esta mañana dijo que no tenía por qué hacerlo, y obligada por las recientes informaciones.
4. Impersonal. Ha habido pocas alusiones hacia ella misma relacionadas con la dimisión. «La situación» es lo que la lleva a dimitir, para que no afecte al gobierno de Pedro Sánchez.
5. Cabeza alta. Deja el ministerio con su cabeza alta. Sale de la sala sin que se le caiga la mirada, algo habitual en personas que se saben culpables o están avergonzadas. Ella, en su foro más íntimo, no parece que se sienta así.
¿Inocente o culpable? Esa no es mi labor, solo analizar su comportamiento. Ahora que cada uno piense lo que quiera.
José Luis Martín Ovejero 