El Rey Felipe VI acude a la toma de posesión de la presidencia de Colombia por parte de Gustavo Petro.
En un momento concreto de la ceremonia, ante los presentes, se pasa la espada de Simón Bolívar, quien luchó contra los españoles por la independencia de varios países americanos, entre ellos Colombia.
La primera imagen que salta a los medios es la de Felipe VI que se queda sentado y sin aplaudir, mientras quienes le rodean aplauden y se levantan. Este acto por parte del Rey de España no deja indiferente a nadie: unos para elogiarle y otros para criticarle. Veamos la imagen:

Es indudable que existe un acto deliberado y consciente de no aplaudir y no levantarse. Hacer un comportamiento no solo diferente, sino contrario, a lo que hace el resto de personas que nos rodean, no resulta fácil salvo que tengas una naturaleza muy rebelde, y no es el caso. Le tuvo que costar permanecer en modo estatua.
En cuanto a la expresión del rostro no es significativo, dado que le da el sol en una parte de la cara y eso suele provocar expresiones de incomodidad o forzadas.
De pronto, al siguiente día, algún medio de comunicación, como El Español, saca una imagen que contradice lo anterior y sí se ve al Rey Felipe de pie. Observemos la instantánea:

Entonces… ¿se levantó o no? ¿a la ida sí y a la vuelta de la espada no? ¿por qué ese diferente comportamiento?
MI CONCLUSIÓN
Tras analizar ambos momentos llego a la conclusión de que EL CONTEXTO ES CLAVE. Mientras que en la primera imagen sí es cuando se pasa la espada para rendirle honores y el público la mira, se levanta y aplaude; en el segundo de ellos, me parece a mí, que es un momento de descanso de la ceremonia en el que se aprovecha para devolver la espada donde antes se encontraba, pero no para rendirle honores ¿por segunda vez?.
Fijémonos que diferentes reacciones y comportamientos del público hay en uno y otro momento:

Actos de ATENCIÓN contra actos de RELAJACIÓN.
En el segundo momento la gente está de pie pero a otra cosa, mira a otros lugares, incluso charlan entre ellos y ya nadie aplaude. Es evidente, al menos para mí, que el contexto ha cambiado.
Así que el Rey Felipe VI decide permanecer sentado y no aplaudir ni levantarse cuando se pasa la espada para hacerle honores y, sin embargo, se levanta y «estira las piernas» que podríamos decir en un momento más relajado, que coincide con la vuelta de la espada, pero ya no como acto oficial.