Tras pasar cerca de 2 años fuera de España y escuchar en sus oídos el silbido de las demandas y denuncias que, al final, se han archivado, el Rey Juan Carlos I decide regresar a su país.
La expectación por ver sus primeras imágenes era máxima: ¿le veremos? y ¿Cómo nos dejará que lo hagamos? eran algunas preguntas que nos podíamos hacer. Porque es evidente que si quiere que no se le vea no tendríamos ni una imagen. Habría descendido del avión fuera de la vista de los medios gráficos, entraría en un coche con las lunas tintadas y así hasta dentro del garaje de la residencia donde se alojaría. Vamos… ni una foto.
Pero no, ha sido todo lo contario. Así que veamos los que considero que son los 4 mensajes que quiere trasladar la opinión pública:
1 – QUE ESPAÑA ME VEA: Como ya he comentado, no se ha ocultado lo más mínimo, más bien al contrario: le hemos visto bajar del avión, meterse en el coche, una vez dentro bajar la ventanilla y que se le vea mejor, saludar…
2 – QUE ME VEAN BIEN: Aunque ni los años (84 años) ni las operaciones (cadera y rodilla, entre otras) perdonan, lo cierto es que no se le ve en un mal estado de salud; aunque donde más inseguro le he notado ha sido al bajar la escalinata del avión, haciéndolo agarrado a las dos barandillas laterales.
3 – QUE LLEGO CON LA CABEZA ALTA: Si regresara avergonzado evitaría tanta exposición pública, sus miradas serían descendentes o evitando las cámaras, podría haberse sentado detrás, no bajaría la ventanilla, ni mucho menos saludaría e incluso se ha marcado el lujo de lanzar un gesto emblemático (con significado propio) con su pulgar que, en nuestra cultura transmite que todo está bien.
4 – QUE SE ME QUIERE: A los pies de la escalinata del avión le esperaba su hija la Infanta Elena, quien se ha fundido en un estrecho abrazo con su padre. Un abrazo cargado de cariño: a dos brazos, bien unidos y parece que acompañado de un beso. Después entraba entre aplausos y banderas de España a la residencia donde pasaría la noche .
En conclusión, no ha querido que en España se guardara de él la imagen de un rey alejado de su país, con miedo de volver o vergüenza por hacerlo.
José Luis Martín Ovejero 