LAS MENTIRAS DE LA MENTIRA

“YO NUNCA MIENTO”

Conozco a muchas personas que dicen eso de… “yo no miento”. Pero ¿es verdad?

Creo que no lo es, y, curiosamente, cuando lo dicen no mienten, solo están confundidos con lo que significa “mentir”. Es muy frecuente que se confunda la acción con la intención.

Según la RAE “Mentir” es decir lo contrario de lo que se sabe, de lo que se piensa o de lo que se siente.

Eso significa que, en cuanto decimos algo contrario a lo que sabemos, pensamos o sentimos, estamos mintiendo, aunque no haya mala intención al hacerlo.

Ejemplos de mentiras con las que, seguramente, te identifiques:

Ves el recién nacido de unos amigos y te parece feísimo. Te preguntan los padres qué te parece ¿Qué les respondes?

Sales del portal de casa, acabas de discutir con alguien de tu familia, te duele la tripa y sabes que, en el trabajo, te espera una discusión. El vecino, con el que no tienes ninguna confianza, te pregunta qué tal vas ¿Qué le respondes?

Son solo dos ejemplos de los muchos que te podría poner y que sí, lo más fácil es que respondas con una mentira. Eso sí, sin ninguna mala intención.

LA MENTIRA ES MALA

Una gran mayoría de personas son tajantes al considerarla mala. Como decía antes, porque confunden la acción con la intención. En la mayoría de las ocasiones no hay intención de causar ningún mal o daño a nadie.

Se las llama mentiras piadosas o benevolentes y ayudan a que las relaciones humanas sigan existiendo, como en los ejemplos que he puesto en el apartado anterior o si un amigo de pregunta si te gusta el coche que se acaba de comprar o el nuevo corte de pelo.

Científicos del University College London descubrieron en una investigación científica que, las personas mayores que mienten sobre su edad (quitándose años), viven más y mejor. Su sentimiento de juventud genera una mayor y mejor expectativa de vida.

LOS NIÑOS NO MIENTEN

Robert Fieldman, profesor de psicología, en su libro “Cuando mentimos” (Ed. Urano; España 2010) nos indica lo siguiente:

“Las mentiras verbales empiezan en la mayoría de los niños hacia los tres años, aunque en algunos pueden darse ya a los dos (…) Los niños de tres años poseen la habilidad de fingir y negar, pero no saben hacer creíble esa negación.

Las mentiras de los niños se vuelven más matizadas hacia los cuatro o cinco años. El indiscriminado “yo no lo he hecho” es sustituido por el más calculado “lo ha hecho el perro”.

Nos deberíamos hacer la misma pregunta que se hace Fieldman. Venga, te la traslado y responde con sinceridad:

“Cuando está sentado frente a nosotros el creador de un dibujo que usted sabe que su hijo detesta, ¿querría realmente que el niño fuera sincero? ¿O esperaría que se comportara con educación y ocultara sus verdaderas opiniones con alguna falsa alabanza?”

Coincido plenamente con el autor al señalar que “… a veces, una mentira significa que un niño ha aprendido a ser educado.”

Como señala Fieldman, que no olvidemos ha dedicado su vida profesional al estudio de la mentira: “Mentir es típico en los niños, demuestra sensibilidad hacia la conducta adulta, y demuestra agudeza mental y social. En realidad, un padre o una madre podría tener más motivos para alarmarse si su hijo o hija no mintiera que si lo hiciera”.

EXISTEN GESTOS QUE DELATAN AL MENTIROSO

He escuchado muchas veces decir eso de… “si no me mira a los ojos me miente”, y lo mismo en si esconde las manos al hablar, si se toca la nariz, si se remueve mucho en el asiento o si no gesticula.

Pues todo ello suele estar más relacionado con el contexto de la conversación o con la personalidad del sujeto que con la mentira.

Como siempre digo en mis cursos: “Son motivos de alerta que no debemos pasar desapercibidos, pero nunca concluir directamente en que nos mienten”.

EL POLÍGRAFO CAZA AL MENTIROSO

El famoso “detector de mentiras” lo que detecta realmente son cambios fisiológicos que pueden venir provocados por la mentira o por otras circunstancias.

Es fácil confundir exactitud con utilidad, ¿es exacto a la hora de detectar el engaño? Pues no, ¿es útil? Pues sí. Todo suma. Y sus alertas deberían generar investigaciones y nunca precipitadas conclusiones.

LOS MENTIROSOS SONRÍEN MENOS

Puede sorprender y no me extraña, que, a nivel emocional, el individuo utilice como careta de la mentira la sonrisa.

Estoy enfadado y no quiero que se me note ¿qué hago? Sonrío.

Estoy triste y no quiero que se me note ¿qué hago? Sonrío.

Estoy asqueado por lo que me cuentan y no quiero que se me note ¿qué hago? Sonrío.

Tengo miedo y quiero parecer valiente para que no se me note ¿qué hago? Sonrío.

Por supuesto eso no le resta valor a la maravillosa sonrisa cuando es sincera, pero tengamos siempre presente que, con ella, tratamos de encubrir, en ocasiones, otras emociones que no deseamos revelar.

El mundo de la verdad y la mentira es apasionante y, si deseas profundizar en él, te recomiendo mi segundo libro: “MIÉNTEME… SI TE ATREVES” publicado por la editorial Aguilar en 2021 de venta directa en España y EEUU; así como online en todo el mundo.

Las imágenes las he generado con inteligencia artificial. Ya que estamos con este tema.

2 comentarios

  1. Me parece genial el artículo.

    Ya sé que nunca te posicionas en lo que a opiniones políticas se refiere. Pero creo que todos tenemos en mente a un personaje, con mucho mando en plaza, que dice lo mismo y lo contrario, con total facilidad (yo diría que impunidad) ¿Eso, en tu especialidad de comunicación, es mentir, o se llama de otra manera, en la riqueza de nuestro idioma?

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