FELIPE VI: MENSAJE DE NAVIDAD 2025: EL GRAN CAMBIO

Desde que Felipe VI es Rey de España, he analizado todos sus Mensajes de Navidad, siempre desde mi especialidad: la comunicación no verbal. No entro en el contenido de lo que expresa, que quede esto claro desde ya.

Pues bien, desde mi perspectiva, el de este año no solo ha sido muy diferente a los anteriores, sino que me ha resultado el más frío, artificial y distante. Es destacable porque sus Mensajes de Navidad suelen caracterizarse por todo lo contrario.

Me baso en los siguientes aspectos de su comunicación:

-1- EXPRESIVIDAD FACIAL: El rostro de una persona es el gran “cartel publicitario” de las emociones que le afectan. Cuando sentimos con intensidad una emoción primaria (alegría, tristeza, ira…), unos músculos de nuestra cara se van a activar de manera inmediata e involuntaria.

En este discurso no he visto prácticamente nada, por ello, señalo su frialdad.

-2- LA GESTUALIDAD DE MANOS: Nuestro grado de implicación y compromiso personal en aquello que decimos lo podemos reconocer por cómo los gestos de las manos ilustran y enfatizan lo que decimos con palabras.

En el caso de Felipe VI me ha llamado mucho la atención la gran cantidad de gestualidad simétrica con sus brazos y manos, esto es, lo que hacia con su brazo y mano derecha lo repetía a la vez con brazo y mano izquierda. Veamos unos ejemplos:

Lo normal en las personas, y así acostumbra a hacer D. Felipe, es que los brazos y manos van acompañando el mensaje de manera coherente, en ocasiones con una mano y en otras con ambas, siempre reforzando lo que se expresa. Se denominan “gestos ilustradores” y también lo solemos hacer de forma automática cuando nos sentimos implicados en lo que expresamos.

Hacerlo con ambas manos a la vez, me transmite que estaba forzando la gestualidad y, por ello, que me haya resultado artificial.

Además, en los mensajes de otros años, nos tiene acostumbrados a que haya puntos concretos de su discurso que los “viva” intensamente, y eso se advierte por sus gestos de fuerza. Un ejemplo es apretar el puño con fuerza al decir algo. En esta ocasión, lo he advertido, principalmente, al referirse a que en el pasado se decidió “avanzar sin garantías, pero unidos” y a que hay que preguntarse qué podemos hacer cada uno de nosotros para “fortalecer esa convivencia” entre los españoles. Aquí sí que ha sentido, y con fuerza, lo que decía. Su excepcionalidad multiplica su importancia.

Cuantas veces he visto a Felipe VI, en otros mensajes de Navidad, comprometerse mucho con lo que decía llevando su mano al corazón o al pecho. En el discurso de este año, lo ha hecho con ambas manos, lo cual es bastante extraño, y con poca energía.

-3- LA POSICIÓN CORPORAL: Una gran novedad de este discurso ha sido que lo ha hecho de pie.

Hacer este tipo de discursos de pie o sentado, como han sido los anteriores, tiene sus pros y sus contras. Dirigirse a los ciudadanos sentado transmite más intimidad/cercanía, confianza y horizontalidad (de igual a igual). Hacerlo de pie comunica liderazgo, autoridad y energía.

En resumen, sentado dialogas, de pie convences.

En esta ocasión, se ha querido cambiar el formato de sentado a de pie. Considero que para dar a su persona y a su discurso un carácter de mayor importancia y más inspirador. Habría podido ser positivo si el resto de su comunicación hubiera acompañado, lo cual creo que no se ha producido.

Lo que me parece imperdonable es que, repetidamente, en el plano que veíamos por televisión le cortaban los pies.

 -4- LAS DISTANCIAS TAMBIÉN COMUNICAN: Hemos visto a Felipe VI en una gran sala del Palacio Real (carácter institucional) de pie en medio de la estancia, los símbolos navideños estaban alejados, al igual que las banderas de Europa y España, no había libros ni fotografías cerca, estaba solo, muy solo, lo que ha dado una imagen de aislamiento importante.

La “guinda del pastel” la ha puesto la despedida, cuando desea «Feliz navidad a todos», en su nombre y en el de su familia. En lugar de darnos un primer plano de su cara en ese momento tan íntimo, nos lo han alejado muchísimo, lo que provoca de nuevo un distanciamiento a la hora de desear felicidad.

-5- LA VOZ: Para que un discurso sea atractivo y atrayente el protagonista de este debe de ir cambiando de registros vocales: volumen, velocidad, entonación… En esta ocasión ha resultado muy plano. Otro aspecto añadido que le ha quitado fuerza y compromiso personal.

EN CONCLUSIÓN

Al igual que otros muchos años he aplaudido en mi análisis el Mensaje de Navidad de Felipe VI, en esta ocasión no puedo hacerlo, además de por los 5 motivos indicados, porque él sabe expresarse mucho mejor de lo que ha hecho en esta ocasión.

Creo que se ha sentido incómodo en este nuevo formato y ha tratado de reforzar su comunicación. Pero, al forzarla, las emociones se han minimizado en su rostro y la gestualidad ha perdido naturalidad.

Espero que el año próximo vuelva a admirar la comunicación no verbal del rey Felipe VI.

Imágenes obtenidas de Casa Real:

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